A mediados de 2015 el equipo integrado por la oficina colombiana MGP Arquitectura y Urbanismo, y la oficina española estudio.entresitio, fue declarado como ganador del primer lugar en el concurso público para el diseño del nuevo Museo Nacional de la Memoria en Bogotá.
El jurado, integrado por los arquitectos Juan Pablo Ortiz, Clemencia Escallón, Mauricio Pinilla, Mario Figueroa y Efraín Riaño destacaron como el “carácter singular de su forma convierte al edificio en un ícono de un esfuerzo colectivo que será un hito en la historia de Colombia, (...) el edificio simboliza con especial potencia las circunstancias y esfuerzos de quienes padecieron el conflicto y se atrevieron a pensar en la paz".
Cerca a completarse dos años del anuncio del jurado, la dupla ganadora ha presentado nuevas imágenes del proyecto y un evidente desarrollo del anteproyecto seleccionado, en el que se destaca la relación del edificio con el espacio urbano circundante a través de un nivel “plenamente público y democrático” como intersticio entre el pasado y la construcción colectiva del futuro.
Memoria oficial: En la historia de esta nación no ha habido una sola generación de colombianos que conozca al país en Paz. Ahora tenemos la oportunidad de cambiar las cosas y dejarle a las generaciones venideras el país que soñamos. Y no se trata de olvidar el pasado para empezar desde cero. Precisamente el MUSEO NACIONAL DE LA MEMORIA ha sido concebido como un lugar para aprender de los hechos que nos conforman como ciudadanos y como nación, como también para aprender a construir el porvenir. Así como la particular orografía que nos conforma, la singular historia que nos hermana es ineludible. Sería un gran error borrar el pasado. Por el contrario, aprender de él, sanar las heridas, tenerlo como referencia, como ejemplo, es en suma la base para una convivencia pacífica. De este modo podremos aspirar a crear entre todos el tejido que nos dote de una identidad.
El Museo Nacional de la Memoria será entonces, desde el presente, un ícono que articule la memoria del pasado con la construcción del futuro. Teniendo presente ese eje temporal y vivencial se concibió este proyecto que se alza desde un suelo común, participativo e incluyente, que quiere convertir su visita en una experiencia transformadora que incluye la totalidad de la geografía nacional, en una suerte de recorrido por el horror, pero también por la esperanza. Tenemos que reconocernos en nuestras heridas para sanarlas, y al hacerlo, encontraremos los fundamentos para vivir en igualdad de condiciones y oportunidades. Y la razón de ser de vivir en paz. El CNMH mira de frente el pasado y a su vez nos refleja nuestro futuro.
De esta manera, el MNM no es un punto de llegada sino más bien un punto de partida. Los versos del gran poeta T. S. Eliot resumen de manera exacta el concepto de esta propuesta:
“el tiempo actual y el tiempo pasado // tal vez en el tiempo futuro estén ambos presentes // y el tiempo pasado contenga el futuro”.
Sobre el CNMH, el encargo, las bases del concurso y su resultado
El Centro Nacional de Memoria Histórica es un establecimiento público de orden nacional, adscrito al DPS (Prosperidad Social), que tiene entre sus funciones reunir y recuperar el material documental, testimonial y por cualquier otro medio relativo a las violaciones de que trata el artículo 147 de la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras. La información recogida será puesta a disposición de los interesados, de las víctimas, de los investigadores y de los ciudadanos en general, mediante actividades museísticas, pedagógicas y otras necesarias para proporcionar y enriquecer el conocimiento de la historia política y social de Colombia.
En ese ámbito, las bases del concurso establecieron entre otros los siguientes parámetros, escogidos por el equipo de diseño para generar el soporte arquitectónico-conceptual, sin descuidar por supuesto, las demás exigencias contenidas en el mismo documento:
Diseñar un símbolo de reconciliación, un memorial de reconocimiento a las víctimas de la violencia y a la superación de la violencia como forma de avocar la existencia individual y colectiva. Además expresar el respeto por la diversidad y la diferencia, lograr la exaltación del pensamiento y la reflexión y ayudar a entender la sociedad como un proyecto colectivo. Las propuestas deben considerar que tanto el espacio construido como el entorno abierto hacen parte de una unidad expositiva, reflexiva, crítica, solidaria y respetuosa con unas víctimas que constituyen una parte esencial de nuestra historia. Con estos condicionamientos, las propuestas tienen que mostrar una comprensión clara de que el MNM pertenece a la última generación de los centros culturales contemporáneos que, con su multiplicidad de actividades, constituyen un referente estratégico y cotidiano de la vida de las ciudades.
Ocupación del territorio
El Museo Nacional de la Memoria, en el corazón geográfico de la ciudad de Bogotá, será en conjunto con el Parque de la Democracia y la escultura Ala Solar del artista cinético venezolano Alejandro Otero, el detonante de un desarrollo arquitectónico simbólico tejedor de ciudad, remate oriental del recién nombrado Eje Urbano de la Paz y la Memoria. Como parte de este eje, el de la Paz y la Memoria sobre la calle 26, el proyecto ayudará también a conectar los cerros tutelares de la ciudad con el río Bogotá, desde el parque de la Independencia hasta el MNM en donde se bifurca para llegar hasta el río y La Alameda el Porvenir por la Avenida El Dorado y la avenida de Las Américas.
El proyecto se asientaen el terreno de manera leve, a partir de una estrategia que eleva el edificio 10 metros sobre el nivel de rasante del terreno proponiendo un espacio urbano cubierto de escala monumental -El Umbral de la Paz-, que produce visiones sucesivas de la ciudad por composición fragmentada, que es plenamente público y democrático, y que es continuación del Parque de la Democracia cuyo plano del suelo alterna zonas de pavimento duro con otras de pavimento permeable, soporte de la vegetación y de láminas de agua. El elemento verde se establece como hilo conductor en el tránsito peatonal, conectando y relacionando el entorno del edificio de la Secretaría Distrital de Planeación con el Museo y extendiéndose hasta la plaza del Concejo. Lo verde es una sutura urbana que se incorpora a un conjunto de operaciones semejantes que se están planteando por toda la ciudad a partir de un cuerpo conector que se asemeja a un trazo natural inscrito sobre el plano urbano como hermanamiento entre lo artificial y lo natural como parte de la conexión entre montaña y río.
Del predio
El área destinada al desarrollo del proyecto del Museo Nacional de la Memoria está delimitada por la Calle 26 la Carrera 30 NQS y la Av. de las Américas y el límite norte del Box Culvert de la Calle 26, que colinda con la futura plaza del Concejo Distrital. El ámbito total del proyecto tiene un área de 15.879,59 m2
El Umbral de la Paz
Un museo entre el suelo y el cielo de Colombia.
El museo Nacional de la Memoria es una propuesta arquitectónica y urbana que conmemora el dolor por nuestro pasado violento y al mismo tiempo celebra la esperanza de un futuro en Paz. Por medio de -El Umbral de la Paz- suelo de la propuesta y espacio público monumental cubierto, abierto, democrático e integrado al parque circundante, se da inicio a un recorrido contenedor de luz de carácter procesional ascendente y descendente, que conecta el auditorio y el acervo bajo-rasante, con las salas de exposición y los espacios de creación sobre-rasante, todos estos coronados por una cubierta vivencial, microcosmos topográfico de picos arquitectónicos, lugar de duelo y reflexión en el Jardín del Porvenir, cielo de la propuesta, uniendo entonces dos polos opuestos: el suelo y el cielo, el suelo como sustento y el cielo como contenedor.
Lo construido y lo no construido.
El Umbral de la Paz, plano de sombra y también “paraguas” colectivo, será lugar de reunión y acogida. Se circula libremente bajo esta estructura como de mesa, que no solo establece la comunicación natural a nivel entre las tres grandes funciones del programa, -museística, de archivo y de foro público-, sino que además permitirá un sinfín de actividades, tanto programadas como espontáneas. El edificio en su entorno es en su totalidad un gran mueble de permanencia urbana, un todo de partes que conectan el suelo con el cielo a través de sus picos, los cuales repiten el movimiento ascendente y descendente de las montañas de Colombia y los cerros orientales de la capital.
El edificio es un conjunto unificado de piezas fragmentadas que corresponden a un programa de archivo y exposiciones diversas. Es decir, una congregación de los múltiples valores nacionales, todos diferentes y sin embargo comunes. No hay imposición sino hermanamiento, una suerte de negociación entre las partes y el todo, entre la voluntad de acomodo escalar del fragmento y la necesaria identidad de un edificio público de este calibre articulada en el agrupamiento, entre lo singular y lo plural, abstracción arquitectónica de la naturaleza del conflicto colombiano pero sobre todo de un acuerdo de respeto a las diferencias, en un territorio que es de todos.
La memoria y reivindicación de las víctimas del conflicto armado colombiano frente a la sociedad es pues el estímulo para recorrer el espacio público y desde allí llegar a la cubierta o hasta el subsuelo y regresar en un recorrido lleno de reflexión crítica que lleva a quien recorre a reconocer al otro y lo que sucedió.
Espacialidad enriquecida y fértil
La vivencia del edificio se plantea como un recorrido ascendente, secuencial y emotivo, entre el suelo y el cielo urbano en el Parque de la Democracia. El recorrido, desde el plano de la cuidad (+0.00) hasta la relación directa con los cerros y el cielo, transporta al espectador a través del conjunto de salas hasta el “Jardín del Porvenir”, en la cubierta, más allá de los dos espacios “lugar de duelo” y “lugar de reflexión”, para desde allí alcanzar el horizonte.
El recorrido comienza y termina con unos picos en simetría de eje horizontal que contiene el programa, los cuales tocan levemente ese suelo y ese cielo como principio y fin, y viceversa, pues son estos los lugares que nos unen como colombianos. La composición geométrica bidimensional se propone a partir de un módulo singular, arquitectónico-estructural de 400 mts2, que se repite seis veces para producir un todo y que en su composición produce singularidades y pluralidades volumétricas y espaciales, abstracción arquitectónica de las pluralidades geográficas, culturales, étnicas y urbanas de nuestra nación.
Las seis salas de exposiciones, de proporciones cúbicas coronadas con cuatro lucernarios verticales, los picos, se agrupan de dos en dos y en tres niveles (+10’50, +14’70, +18’90) respectivamente, produciendo una relación concatenada en diagonal entre ellas. A partir del recorrido vertical y su prolongación desde las seis salas a los espacios de transición y reflexión y cubierta, el usuario vive el programa del edificio, la ciudad y las montañas de manera alternada y rítmica. El edificio es en resumen una cadena de singularidades que en conjunto conforman una gran unidad enriquecida y llena de sorpresas espaciales, que toca levemente los dos extremos fundamentales del espacio urbano, suelo y cielo y en el medio albergan las salas de exposición y el archivo del conflicto armado colombiano.
La cubierta del edificio es también un lugar de destino para los visitantes, la relación con los cerros es poderosa en este punto del territorio. El ascenso y recorrido por los distintos elementos del programa lleva al visitante hasta este espacio articulado de la cubierta, al que de igual forma se puede acceder directamente desde el plano público de la ciudad. Dos lugares tensan la totalidad de la superficie de cubierta en sus dos extremos; del lado occidental, el lugar de duelo se presenta como un baldaquino abierto, un espacio de respeto y comunión directa con la naturaleza. Del lado oriental, en el punto más alto, una sala de reflexión reproduce de forma invertida la silueta del paisaje, según los mismos principios de las primeras cámaras fotográficas.
Uso, recorrido ascendente y descendente.
El usuario del edificio accede a su interior, en el nivel del plano urbano público y democrático (0.00) en varios puntos diferentes, los dos principales ubicados a ambos lados del “Ala Solar”. Correspondiendo con el doble acceso principal, el programa del edificio se fracciona según su recorrido. El recorrido ascendente relaciona, en contacto con el exterior, el restaurante, la cafetería y la tienda, para luego continuar al interior en las seis salas de exposiciones, iniciándose este recorrido expositivo en el nivel del piso 2, conectándose alternativamente por el exterior con el lugar del duelo (+18’90), entre los picos de la cubierta (entre +18’90 y +27’30) y la sala de reflexión (+27’80). Relacionados, pero independiente de las salas, se encuentran los lugares de creación y confluencia, el Centro de Documentación, así como las zonas administrativas del museo y archivo de los derechos humanos (P2 y P3). El recorrido descendente, iluminado por patios inscritos en el suelo urbano, que convierten al edificio bajo rasante en parte de la ciudad, y que se inicia con los espacios de reunión a nivel del Umbral de la Paz (+-0’00), contiene bajo rasante el auditorio en P -2 (-6’65), las áreas privadas con colección y el parqueadero en P -3 y P-4, -9,45 y -12’25 respectivamente. Así el edificio puede ser recorrido a partir de las necesidades y las decisiones del usuario.
Las salas de exposición, por su dimensión y geometría, presentan una gran versatilidad a la hora de ser ocupadas. Desde su consideración de gran espacio coronado por cuatro lucernarios, podemos entender momentos en los que la sala se entienda de una sola vez, sin fragmentar, valorando los cuatro paramentos de su espacio cúbico e incluso funcionado como espacio de reunión o actividades, tanto formal como informal. En estos casos la relación entre unas salas y otras cobra mayor protagonismo espacial. Por otro lado, el carácter modular de la planta permite considerar un sistema de elementos que definan sub-recintos dentro del espacio mayor. Desde la más ordenada y densa retícula hasta la más libre y sinuosa configuración, pasando por el reconocimiento de los cuatro cuadrantes que componen cada sala, son algunas de las posibilidades que a continuación se ilustran en la intención de comenzar una conversación sobre el potencial museográfico de los espacios.
Técnica, de la parte al todo
Constructivamente el edificio se resuelve por medio de muros de concreto armado con textura de tablillas de maderas horizontales y tridimensionales. La disposición de los muros de concreto configura seis unidades de planta cuadrada que se repiten siguiendo una sencilla trama ortogonal que va dejando patios intercalados. Entendidas de forma aislada, éstas unidades rematan inferior y superiormente con picos, apoyan sobre el suelo de la ciudad y contienen los lucernarios de las salas de exposiciones respectivamente.
Entendidas en su conjunto, las unidades cuadradas quedan atadas en horizontal por placas estructurales de emparrillado de vigas de concreto de 1,00 de altura, a nivel del piso 1 y piso 2 respectivamente que confieren rigidez y arriostramiento al conjunto y definen el espacio vacío urbano entre el suelo de la ciudad y su techo (Umbral). Estos lienzos de muro se hacen permeables puntualmente para permitir el paso de la luz y ventilación cuando el programa lo requiere. Una perforación en forma de fisuras verticales que permite la entrada de luz evitando la radiación directa y proporcionando privacidad a modo de celosía gigante.
Los restantes cerramientos son de vidrio y permiten el paso selectivo del aire para que se formen corrientes desde el exterior al interior para salir nuevamente al exterior atravesando el edificio, desde el suelo público en sombra, El Umbral, hasta el cielo de la ciudad donde habita la luz sanadora que contiene las distintas voces y lenguas de sus habitantes, proporcionando un carácter sostenible del edificio en cuanto a las condiciones climáticas. La cerámica vidriada se plantea como un material de revestimiento que presenta la posibilidad de incorporar el color y las texturas de la artesanía colombiana como fuente de referencia y como vehículo que crea un sentido de pertenencia.
Las puntadas de los tejidos de fique tomadas como unidad o tesela, conforman patrones geométricos diversos, en damero, rayados, diagonales, en los que el trabajo manual del artista introduce ligeras “irregularidades” que embellecen y personalizan los motivos con una suerte de derrapajes característicos. Los colores se combinan de forma que a la distancia parecen otros, referencia del arte cinético vecino, y este hecho permite trabajar con distintas escalas de entendimiento del material.
La cerámica conecta saberes y habilidades ancestrales con nuevos saberes y tecnologías. Como material de revestimiento tiene grandes propiedades, que conectan con la tradición y también con la modernidad. El sutil reflejo sobre las superficies esmaltadas disuelve los contornos y activa los paramentos como otorgándoles profundidad. Por otra parte, se trata de un material con muy buen envejecimiento, tanto en exteriores como en interiores. Tiene un tacto amable siendo a la vez resistente, lo que permite pensarlo tanto en paramentos verticales como horizontales de solado e incluso como revestimiento de lugares de asiento.
Conclusión
El MNM será lugar de Memoria de la Nación entera, punto de confluencia de todos como sociedad y por lo tanto también de todas las víctimas del conflicto para que el edificio, a partir de su presencia física como hecho arquitectónico con su espacialidad y su contenido, se conviertase convierte en símbolo de un país que reconoce y confronta su pasado de violencia y de unos ciudadanos que asumimos responsabilidades.
Colombia ha sido un país sin memoria. Para transformar esta realidad, el MNM ha sido concebido como un espacio para cumplir a cabalidad con el deber de hacer memoria y aprender de ella. Como un espacio de reconocimiento y de reconciliación, como un espacio de construcción de la memoria como una tarea conjunta. Aurelio Arturo, un gran poeta colombiano del siglo pasado, habla de “los bellos países donde el verde es de todos los colores, los vientos que cantaron por los países de Colombia”. Precisamente este museo reúne la memoria de todos los que hacemos parte de Colombia.
Vale la pena resaltar que a modo de referencia visual, la propia estructura del museo inscribe en sus formas la M de Memoria y la H de Historia. El recorrido que se hace también hace patente la necesidad de transitarlo, conocerlo en su interior y su exterior, recorrerlo desde el suelo, como sustrato propio, como huella escrita, hasta el cielo, como elemento dinamizador de todo su conjunto, que invita a descubrirlo, como si se estuviera haciendo un recorrido por el, parafraseando a Octavio Paz, “el laberinto de nuestra identidad”
La estructura se hace liviana pues se apoya en las aristas de varios triángulos o picos, como si el propio edificio se alzara suavemente hacia las alturas, como una bailarina en la punta de sus pies, invitando a todos a asumir nuestra memoria, suma de tragedias y de alegrías, de tristezas de injusticias y de esperanzas, así como también para darnos la oportunidad de construir el país que nos merecemos.
En los museos que se encuentran en diversas partes del mundo destinados a esta materia, la memoria colectiva actúa como un espejo en el cual las personas se reconocen, se hermanan, despertando un sentido de pertenencia, y a la vez permitiendo descifrar las claves de su pasado y también de su propio porvenir. Este ha sido también nuestro propósito y nuestra aspiración para dotar al país de un edificio que sea una referencia vivencial, una referencia icónica y la prueba de la convicción de un país que necesita profundizar en sus raíces para construir su propio futuro bajo el Umbral de la Paz.
Arquitectos
Ubicación
Predio Ala Solar. Calle 26 x Carrera 29 x la Av. Américas. Bogotá, ColombiaEstudio Entresitio
María Hurtado de Mendoza, César Jiménez de Tejada, Alvar Ruiz, María UrigoitiaMGP Arquitectura y Urbanismo
Felipe González-PachecoEquipo de trabajo MGP Arquitectura y Urbanismo
Uriel Rivera, José Cohecha, Camilo Correa, Francisco Ascencio, Maria Andrea Diaz.Área
6300.0 m2Año Proyecto
2015Fotografías
Cortesía de MGP Arquitectura y Urbanismo / estudio.entresitio